LA AGRICULTURA DEL CARBONO: UN CAMINO HACIA LA SOSTENIBILIDAD

De unos años a esta parte, la lucha contra el calentamiento global también se lleva a cabo desde la agricultura y la ganadería, sectores a tener muy en cuenta a la hora de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) causantes principales de esta escalada a nivel mundial de las temperaturas.

La agricultura del carbono consiste en una serie de prácticas agrícolas que tienen como objetivo capturar y almacenar carbono en el suelo, la vegetación y otros componentes del sistema agrícola evitando con ello que este gas se emita a la atmósfera.

Visión global

Las actividades de agricultura, ganadería, silvicultura y usos similares de la tierra representan el 23% del total de emisiones de gases de efecto invernadero que provocamos los humanos a escala mundial, según el informe especial El cambio climático y la tierra publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Estrategias de la UE

Teniendo en cuenta estas cifras es evidente que la lucha contra el cambio climático pasa por la mejora de las prácticas agrícolas y ganaderas, con el objetivo de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.

La Unión Europea actúa en este sector con lo que denomina agricultura del carbono. En este sentido, un estudio liderado por el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), el Instituto por las Economías del Clima (I4CE) y el IFOAM Organics Europe, publicado en enero de este año, marca de forma clara y ambiciosa los principios que debe seguir la política europea sobre agricultura del carbono para alcanzar los objetivos de lucha contra el cambio climático, protección de la biodiversidad y la estrategia De la granja a la mesa (Farm to Fork).

Esta denominación se refiere a “las prácticas de gestión agrícola cuyo objetivo consiste en lograr la mitigación del cambio climático en la agricultura”.

Esto implica mejoras en la gestión tanto de la tierra como del ganado, el mantenimiento de las reservas de carbono en suelos, materiales y vegetación, así como la correcta utilización de la biomasa.

La agricultura del carbono también incluye un modelo de negocio que pretende incrementar la mitigación del cambio climático pagando a los agricultores para que apliquen prácticas de gestión agrícola respetuosas con el clima. La financiación puede proceder de fondos públicos como la política agrícola común (PAC) o de fuentes privadas a través de cadenas de suministro o mercados de carbono, según ha establecido la Unión Europea.

¿Qué es el Programa de Carbono?

El Programa de Carbono permite al agricultor percibir ingresos a cambio de realizar determinadas prácticas que mejoran el suelo de su explotación, como la siembra directa.

La nueva PAC ha traído varios cambios que en muchos casos representarán una bajada significativa de los ingresos de los agricultores y una serie de exigencias ambientales que, en algunos casos, pueden representar pérdidas cercanas al 30%.

Como vía para complementar los ingresos del agricultor se va abriendo paso el Programa de Carbono, por el que el agricultor recibe una remuneración a cambio de realizar ciertas prácticas que mejoran el suelo.

Las explotaciones idóneas deben superar las cien hectáreas y los contratos se firman por diez años, prorroglables hasta treinta.

En ese periodo, al agricultor solo se le pide que adopte una serie de prácticas, como la siembra directa, que mejoren la estructura del suelo y le permitan conservar mejor los nutrientes o mejorar su capacidad de retención de agua.

El agricultor adscrito a este programa empezaría a tener ingresos por este programa a partir del segundo año. En el cereal se estima entre 1 y 1,5 créditos de carbono por hectárea, mientras que en los cultivos leñosos se asigna entre 3,5 y 5 créditos por hectárea.

Hay que tener en cuenta que en el mercado actual un crédito de carbono de este tipo cotiza en torno a 45 euros, de los que el agricultor recibe el 60%.

¿Qué hay sobre las materias primas?

Los créditos de carbono nacieron como consecuencia del protocolo de Kyoto de 1997, que marcó los objetivos internacionales de emisiones de CO2. Estas regulaciones, además de la opinión pública, están presionando a las industrias a reducir su creciente huella de carbono.

La mayoría de las soluciones pasan por el desarrollo del mercado del carbono. De esta forma, las emisiones de CO2 se convierten en materias primas con un precio: los créditos de carbono, que son el equivalente a las emisiones de una tonelada de CO2.

Existen dos tipos de créditos de carbono:

  • Los créditos de carbono regulados, establecidos por el principio de ‘techo y comercio’ y que están regulados a nivel regional y nacional. Los créditos de carbono regulados existen por mandato.
  • Los créditos de carbono voluntarios, también llamados ‘compensaciones’. Los generan, compran y venden las empresas para alcanzar sus compromisos de emisiones. Estos se pueden dividir en ‘certificados de carbono’ y ‘créditos de carbono voluntarios de alta calidad’.

Mercado regulado

Los créditos de carbono regulados tienen la garantía de los gobiernos que los emiten y son el resultado de que algunas empresas emiten por debajo de su techo autorizado de emisiones para su fabricación. Son por tanto muy fiables y tienen una cotización diaria.

Más absorción que emisiones

En el Objetivo 55 de la UE está incluido el sector de la agricultura. El acuerdo provisional establece dos periodos:

  • Hasta 2025: el compromiso de “deuda cero” que establece que las emisiones no deben superar las absorciones.
  • El periodo 2026-2030 en el que las absorciones deberán superar las emisiones. Para ello, se asignará a cada Estado miembro un objetivo nacional que deberá haber cumplido en 2030. Habrá flexibilidad de los Estados miembros para alcanzar sus objetivos, permitiéndoles que puedan utilizar los créditos de carbono de tres formas:
  1. Ahorrarlos. Es decir, guardar los créditos excedentarios.
  2. Pedirlos prestados, si las emisiones son mayores de las que les permiten.
  3. Comercializarlos, pudiendo los países comprárselos y vendérselos entre ellos.

La meta es aumentar progresivamente las absorciones y reducir las emisiones para alcanzar el objetivo de la UE. El acuerdo provisional mantiene la posibilidad de comprar y vender unidades de absorción entre Estados y de utilizar las asignaciones anuales de emisiones excedentarias.

Rentabilidad para el sector primario. ¿Sí o no?

Lo más sencillo es unirse a programas que ya han puesto en marcha empresas inversoras que acumulan y comercializan los créditos de cientos de miles de hectáreas.

Las empresas que están haciendo contratos de créditos de carbono voluntarios en España suelen acordar con cada agricultor que cobre un porcentaje de los créditos que genere en un programa de varios años.

Cultivos y carbono:

  • Herbáceos

En España, en esta primera fase se está ofertando contratar créditos de carbono fundamentalmente para los cereales y cultivos de rotación. 

La generación de créditos de carbono depende de nuevas medidas de comprobada eficacia para fijar carbono que el agricultor debe comprometerse a realizar. Aquí se incluyen las prácticas de no laboreo, o si la explotación viene haciendo mínimo laboreo si hasta ahora practicaba laboreo convencional.

Los modelos actuales aún no diferencian entre cultivos a la hora de calcular los créditos generados pero hay abundante información científica que demuestra que los cultivos de raíz profunda, como el girasol o la colza, «secuestran» más carbono por hectárea que los cereales.

Al mismo tiempo, en los cultivos leñosos los esquemas de certificación no tienen muy claro aún cómo medir la “adicionalidad”.

  • Leñosos

En el caso de cultivos leñosos estas cifras se podrían duplicar si finalmente se ponen en marcha los modelos que permitan medir la adicionalidad. Por ejemplo, hacer cubiertas vegetales tiene un efecto positivo de secuestro de carbono. “Pero la obligatoriedad de hacerlas en la nueva PAC está teniendo una fuerte contestación por parte de las organizaciones agrarias porque estiman que se reducirán los rendimientos.

Aún con todo… un ingreso extra para los agricultores

Acogiéndose a un programa de créditos voluntarios, los agricultores pueden ir adecuando las prácticas agrícolas para secuestrar carbono y poder facturar créditos.

La media en España para una rotación de cereales con oleaginosas o leguminosas utilizando prácticas de mínimo laboreo estaría entre 30 y 60 euros por hectárea, al precio actual de los créditos de carbono voluntarios. Sin embargo, el precio de estos créditos se espera que se duplique o incluso triplique en los próximos 5 años.

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