En esta era de nuevas tecnologías omnipresentes en todos los ámbitos agrarios, el sector del olivar también se ha sumado a la revolución 4.0 e implementa acciones en beneficio de sus explotaciones con ayuda de la digitalización.
Estos avances tecnológicos:
- Contribuyen en la innovación de los productos obtenidos, aportándoles un valor añadido.
- Ofrecen a productores y transformadores una información detallada en tiempo real que ayuda en la toma de decisiones estratégicas.
- Incrementa la productividad de las explotaciones y ayuda para su implantación en nuevos mercados internacionales.
- Mejora las producciones y, como consecuencia, la competitividad.
- Permite controlar y optimizar los recursos y procesos productivos
UNA OLIVICULTURA 4.0
Cultivo de referencia en Andalucía y que convierte a España en líder como primer país productor a nivel mundial, los principales avances y las aplicaciones tecnológicas centran sus esfuerzos en el desarrollo de una olivicultura más rentable desde el punto de vista económico y más sostenible desde el punto de vista ambiental.
A nivel general estas son algunas de estas aplicaciones:
El uso de la sensórica (sistema de sensores interconectados que recogen todo tipo de información desde el suelo o la planta; satélites espaciales para la evaluación de los parámetros externos de la aceituna mediante visión artificial, modelos predictivos que usan la inteligencia artificial; control de procesos mediante blockchain, robots para simular digitalmente situaciones reales; robotización de las labores oleícolas mediante máquinas inteligentes y casi autónomas; o agricultura de precisión para siembras, tratamientos o riegos más inteligentes y eficientes conforman el amplio abanico de tecnologías que en muy poco tiempo han transformado la manera de entender pero también de practicar la olivicultura.
OLIVICULTURA DE PRECISIÓN POR TIERRA Y POR AIRE
La integración de las TICs (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) en la gestión de los parques de maquinaria y la aplicación de fitosanitarios mediante vehículos aéreos no tripulados (drones) permite realizar tratamientos sobre zonas concretas de un modo más preciso que las aplicaciones terrestres convencionales que suelen ponerse en práctica a nivel global del cultivo. Esto implica un ahorro considerable en insumos pues únicamente se lleva a cabo en las zonas afectadas, lo que genera una mayor eficiencia y contribuye a evitar riesgos ambientales pero también laborales pues elimina la exposición de los propios operarios a los pesticidas durante dichos tratamientos.
OLIVICULTURA DESDE EL ESPACIO
También llamada información espacial o geoespacial, el sector olivarero también ha sabido incorporar la geomática en su desarrollo. Este uso de información georreferenciada a distintas escalas se engloba a su vez dentro de esa agricultura de precisión anteriormente mencionada.
Hoy en día ya se utilizan sensores multiespectrales e hiperespectrales y termográficos que posibilitan a los técnicos especialistas determinar a nivel de olivo su estrés hídrico y su temperatura para optimizar los sistemas de riego.
Por otro lado, el denominado “cloud computing” (computación en la nube) ha revolucionado el modo de trabajar en teledetección con imágenes procedentes de las plantaciones desde plataformas de satélite como las proporcionadas por el programa Copernicus de observación terrestre dirigido conjuntamente por la Agencia Espacial Europea (ESA) y por la Unión Europea a través de la Agencia Europea de Medio Ambiente o las que proceden del llamado servicio PAAS desarrollado por Google.
Ambos servicios posibilitan una monitorización periódica del vigor de la plantación vigor permitiendo al agricultor tomar decisiones más acertadas y de forma precoz.
RIEGO INTELIGENTE EN EL OLIVAR
El olivo es un árbol típico del clima mediterráneo, bastante tolerante a la sequía, por lo que tradicionalmente se ha cultivado en condiciones de secano. El periodo crítico en cuanto a necesidades de agua en el olivo se sitúa entre la prefloración y la maduración del fruto, que coincide con el periodo de mayor escasez de lluvias en las zonas donde se cultiva mayoritariamente. Esto unido, en los últimos años al cambio climático ha hecho que el sector busque nuevas fuentes de agua y el uso de los recursos disponibles de la forma más eficiente posible, ayudado, por supuesto de la tecnología y materializado en el riego por goteo.
Como se ha comprobado, la producción del olivo aumenta considerablemente cuando recibe aportaciones de agua complementarias a la lluvia, especialmente en zonas y años de baja pluviometría. Por ello, se avanza en sistemas para el uso de agua regenerada para riego, una alternativa a la escasez de agua, aumentando la sostenibilidad pero que aún está en muchas zonas en fase experimental debido a la complejidad que presentan desde el punto de vista de la composición estas aguas.
Las que ya existen y utilizan tanto comunidades de regantes como agricultores particulares son aplicaciones móviles que permiten poner en práctica una mejor distribución del riego a lo largo de la campaña consiguiendo un uso más eficiente tanto del agua como de los fertilizantes, lo que lleva a una reducción en los costes de producción y del impacto ambiental, pero también a un aumento en la calidad del aceite.
Al igual que en el resto de cultivos a gran escala, los procesos de digitalización en el cultivo del olivar ya sea tradicional, intensivo o superintensivo, han supuesto y suponen a día de hoy una mayor eficiencia en toda la actividad oleícola, una ayuda excepcional que mejora, entre otros, los ciclos de producción y los tiempos de recolección, claves para la continuidad del resto del sistema.